sábado, 23 de febrero de 2013

Los hermanos Karamazov

Pretendía reseñar una vez más la novela que acabo de leer, pero me temo que esta vez no va a ser posible. En su lugar, me dirijo a escribir la carta de amor más larga que he escrito hasta ahora.

Si he intentado escribir las reseñas de la manera más objetiva y lejana a mi punto de vista (repito, intentado), ha sido por la tentativa de plasmar lo que estas grandes novelas conllevan como novelas excepcionales que son, y no porque yo lo diga.

Después de leer por segunda vez a Dostoyevski, esta vez a lo largo de mas de 1100 páginas, me veo incapaz de reprimir todo lo que este autor transmite. Aunque la cifra de un poco de miedo en un principio, la forma en que está estructurada hace que sea bastante fácil de seguir el hilo. Está compuesto por cuatro partes de 3 libros cada una. El tomo completo son 12 libros, compuestos cada uno de ellos a su vez de entre 5 y 10 capítulos. Esto hace que los capítulos sean lo suficientemente cortos como para que el lector los termine fácilmente, ordene los hechos en su mente y no pierda detalle de cuanto sucede. Además, cada capítulo lleva un título que engloba lo que ocurre en sus páginas. Todo esto me parece muy útil en un libro de semejante longitud. Así, si el lector se encuentra en medio de una de esas explicaciones psicológicas, historias de la infancia o teorías filosóficopolíticas de alguno de los personajes, no tiene más que consultar el índice para ubicar esa digresión o inciso dentro de la historia. 

El argumento, como bien cabría esperar de su autor, es un gran representante de la cultura, historia  y literatura del pueblo ruso. La propia Rusia aparece a menudo mencionada por los personajes como una gran madre, vieja y con demasiados hijos, que ampara a todo individuo que haya nacido en sus bastas tierras. Pero el número es tan enorme que reina el caos y el desorden y aunque los haya muy ricos, la gran mayoría es pobre e ignorante. Se hace alusión a su esplendor, perdido o que está por llegar, y a cómo la ausencia de éste condena las vidas de todos, quienes no por ello dejan de alabar y amar a la vieja madre Rusia por encima de sus desgracias.  

Cuenta la historia la relación entre los miembros de la familia Karamazov: Fiódor, el padre, y sus hijos, Dmitri, de la primera esposa, Ivan y Alexéi de la segunda, y el bastardo Smerdiakov, cuyas madres todas han muerto.

 

Fiódor, el mayor sinvergüenza de la hipotética ciudad donde acontecen los hechos, ni ha criado ni muestra cariño por ninguno de sus hijos, a excepción de Alexéi. Las únicas cosas que le importan en la vida son el dinero y satisfacer sus deseos.


Dmitri es un vividor: juerguista, mujeriego y pasional. Aunque en general es incapaz de dominar sus impulsos, siente cierto arrepentimiento y culpa cuando obra mal, y poco a poco se va desarrollando en él la intención de curarse de los vicios que alimentan su vida y así poder salvarse.


Iván es el intelectual de los hermanos, pero cuya propensión a buscar una explicación racional para todo constituye su mayor desdicha. Niega que exista un Dios bueno, no tiene esperanza ni fe en la humanidad, lo que le hace sentirse lejano de la mayoría de las personas y chocar con su hermano pequeño.


Alexéi, o Aliosha, es como el ángel que todo lo ilumina, la única persona de quien no podemos decir nada en contra. Vive como novicio en un monasterio y es el héroe de la novela. Su alma está llena de amor hacia el mundo y proclama el perdón y la palabra de Dios allá donde va.



La vida de Smerdiakov se nos presenta como una tragedia desde el principio, fruto de la violación de su padre a una deficiente mental. Idolatra a Iván y son sus artículos sobre la inexistencia de Dios lo que marcan su personalidad atea y miserable. 

Creo que no hay nadie como Dostoyevski para crear a un personaje y conocer hasta el más mínimo detalle de lo que pasa por su cerebro. Es una de las razones por las que yo adoro su estilo y otros no pueden con él. Aunque en sus novelas incluya siempre a psicópatas, asesinos, alcohólicos, ludópatas, pervertidos, ladrones, cafres, nihilistas y demás, las historias personales de dichos individuos nos hacen conocerlos, familiarizarnos hasta tal punto con sus mentes enfermas y/o miserables que el lector acaba por comprender por qué son así y por qué actúan de esa manera. En ocasiones acabamos incluso sintiendo compasión por ellos, pues sus actos no son más que consecuencia de las condiciones en que les ha tocado vivir. Y he aquí donde aparece el componente crítico de sus obras: con Dostoyevski no sólo leemos, si no que también aprendemos sobre psicología, filosofía, historia, religión y lo más importante de todo: nos da una gran lección de humanidad, moral y ética. Todo ello siempre desde un punto de vista cristiano y ortodoxo, pero con un componente más humano que religioso al fin y al cabo. Es algo que sobre todo queda latente en la dureza de sus trágicas historias. Las novelas de Dostoyevski están llenas contrastes entre lo más humilde y lo más mundano, entre lo más mezquino y lo más bondadoso, etc. Si tengo que ser objetiva, reconozco que abundan las situaciones y los caracteres trágicos, mucho más que los placenteros. Por eso, los más bien escasos pasajes tiernos en los que se impone la compasión y la sensatez por encima de toda esa negrura brillan con luz propia, y son además un alivio para el lector (todos somos humanos).

La historia de Los hermanos Karamazov es todo un culebrón. Karamazov padre, que ha ido acumulando capital a base de heredar de sus difuntas esposas, se muestra reacio a entregar la última parte de la herencia de la madre a su primogénito, Dmitri. Éste, que no tiene ni cuidado ni control de todo el dinero que toca, se encuentra sin un rublo. Está prometido con una joven de la que se encaprichó hace tiempo y que ahora es muy rica, pero todo se tuerce cuando conoce a la adorable y a la vez malvada Grushenka, el personaje que desencadena el mayor enredo de todos, y de quien se enamora enloquecidamente. A esta mujer le atraen tanto los follones como el dinero y es por eso que decide seducir al padre, quien también se obsesiona con ella. Por lo tanto, tenemos al padre y al hijo peleándose y compitiendo por la herencia y una misma mujer, mientras van enredando al resto de los hermanos y personajes. Iván, a su vez, empieza consolando a la deshonrada novia de Dmitri y acaba amándola en secreto. Aliosha, por su parte, hace de mediador entre unos y otros y los compadece, pero no puede frenar el irremediable odio que se genera en torno a Dmitri, ni en torno al padre, ni el inminente crimen del que todo el mundo habla y presiente.

Aunque toda la obra gira en torno a un único hecho, la presencia de dicho crimen, las mil y pico páginas dan mucho más que para la presentación, nudo y desenlace del mismo. Nos encontramos con mil historias paralelas o independientes que poco influyen en el argumento principal. Esto último es más bien cuestionable. En la introducción, llamada "Advertencia del autor", Dostoyevski advierte que la obra está pensada para hacer pública la vida y vivencias de su héroe, que es Aliosha. Aunque en esta primera novela (pensada para ser la primera de dos), se explaye más en narrar los acontecimientos en torno al lío familiar, varias de las historias hacen en realidad de soporte para dar a conocer y engrandecer la figura de Aliosha, que se supone cobrará más protagonismo en la segunda novela. Lamentablemente, Dostoyevski murió al año de haber terminado Los hermanos Karamazov, por lo que de la segunda novela sólo le dio tiempo a escribir unas cuantas notas. No hay segunda parte que vaya a echar más de menos, y que nunca llegará.

Dentro de los relatos paralelos, son especialmente dignos de mencionar la vida del ermitaño Zosima y la del pequeño Iliusha. El ermitaño es una persona iluminada, en muchos aspectos similar a un santo. Los pasajes en los que aparece y se narra su vida son muy proféticos y de gran contenido espiritual. Aquí se ve claramente que el libro está pensado por una parte para reforzar la fe de los creyentes, aclarar las dudas de aspecto existencial, y propagar la palabra de Dios: el amor a la vida y a la humanidad por encima de todas las cosas. No quiero confundir a nadie, no es un libro religioso. Pero sí tiene gran contenido espiritual y profético, escrito con una maestría y sabiduría sobre el tema que abrumarían a cualquier persona, aunque ni siquiera crea en Dios. La tragedia del pequeño Iliusha es bastante impactante por la crueldad y la violencia que aparecen a través de personajes infantiles. Estos, sin embargo, dan un final de cuento a la novela, grandioso y en el que se alza la luz en la última página.

Seguramente esto no sea lo que muchos entienden por una declaración romántica, pero es mi particular forma de decir que Dostoyevski es y será siempre mi amor platónico.



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P.D. Las imágenes están cogidas de la adaptación de Richard Brooks al cine en 1958. Como película no está mal, pero es como un cuento de hadas con unicornios rosas sobre un fondo de arcoiris en comparación con la novela.

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